viernes, 20 de marzo de 2009

La Argentina Kapitalista




Los impuestos son desmesurados, no es que a los pequeños productores les va mal por una cuestión de mercado, como intentan hacer creer y como algunos creen cuando dicen que el gobierno no debe ayudar a alguien que hace malos negocios. Lo que sucede con la actividad agrícola no es similar a vender paraguas en el Sahara. Aquí  los agricultores, trabajando las mejores tierras del país, van a al quiebra. Así solo pueden sobrevivir los que poseen grandes sumas de dinero para invertir en explotar miles y miles de hectáreas; esta es hoy  la única forma de obtener ganancias.

Los productores con escaso capital, que producen en 500ha o menos (la mayoría alquila), caen en bancarrota, porque las cuentas no les cierran. Esto no se debe a un suelo de baja calidad o a un producto deficiente, sino a que el Estado les confisca la producción. Sumado esto a los altos costos que tienen hoy los insumos, lo que les queda no alcanza ni a cubrir lo elemental. De esta manera miles de productores quedan en deuda con la banca usurera de la que tomaron créditos para arrendar la tierra, comprar los insumos y alquilar la maquinaría.

Por otro lado el pequeño propietario que arrendaba a pequeños inversores también tiene problemas para cobrar su arrendamiento. Tampoco puede explotar su propia tierra, puesto que hacer tal cosa requeriría una fuerte inversión que lo llevaría a hipotecar su tierra en un contexto totalmente inseguro donde la confiscación del Estado  le dejaría poco o nulo margen de ganancia.
Estamos hablando de pequeños terratenientes, que así como están las cosas no ven otra opción que la de colocar sus tierras en pooles de siembra. Las políticas de este gobierno favorecen así a los famosos pooles de siembra manejados en su mayoría por inversores extranjeros que cuentan con el respaldo de miles de millones de dólares.

Con la confiscación estatal los “megainversores” concentran la producción de la tierra gracias al abultado volumen que pueden producir, pero los productores independientes no pueden trabajar y van directo a la quiebra.
Incluso, como he dicho, los que tienen 500ha o 1000ha no tienen mas remedio que meterlas en el pool o venderlas, quedando así la producción en manos de unos pocos.
Es decir que  ya no hay un almacenero, que se pone por su cuenta a proveer al barrio, sino que ahora cada 10 cuadras aparece un megasupermercado y el otrora prospero almacenero tiene que cerrar su negocio y rogar por un empleo de cajero o acomodador de góndola en el nuevo supermercado.

El Gran conflicto es que hoy para participar de la producción agropecuaria hay que tener muchísimo capital sino no hay rendimiento, es decir que solo los que pueden hacer una gran inversión y trabajar en miles de hectáreas son los únicos capaces de obtener ganancia. La producción en estas condiciones es cada vez mas exclusiva de las multinacionales y de los grandes terratenientes.

En las últimas décadas la producción agropecuaria se diversifico muchísimo en nuestro país. Han logrado coexistir productores de diverso capital y sobretodo se han multiplicado aquellos que manejan modestos volúmenes de inversión, los cuales a fuerza de trabajo lograron obtener buenos rendimientos. Esto es esencial para el éxito de toda economía, pero aquí el progreso particular es pecado, ya que según la lógica gubernamental, solo deben progresar los políticos.
Todo este crecimiento económico de la agricultura no fue gracias a ningún gobierno, sino mas bien al alza de los precios internacionales, entre los que se destacó especialmente el cultivo de soja. Este mal llamado “yuyo” tuvo su gran escalada motivado por la creciente urbanización de China que resto gente de las zonas rurales hacia las ciudades. De esta forma,
en ese país superpoblado, aumentó la demanda por sobre la producción de alimentos .

Nosotros debíamos y debemos producir soja, pero sin permitir que la soja se convierta en un monocultivo. Es esencial para nuestra economía mantener la diversificación de actividades agropecuarias; y es por eso que todas las trabas a la ganadería, al maíz, al girasol al trigo y a la lechería atentan directamente contra la matriz productiva de nuestra economía y son las principales responsables de la “sojización”, de los pooles de siembra y de los mega kapitalistas extranjeros concentrando la producción nacional.

Gracias a la dañina política gubernamental de desalentar con retenciones desproporcionadas, al cultivo de maíz, trigo y otros, y al cierre de exportaciones de carnes y productos lácteos la soja se está convirtiendo en un monocultivo nacional.

Fue el “desgobierno nacional” el que motivó que la soja se extendiera por zonas que tradicionalmente se dedicaban a la ganadería, al trigo, al maíz o la producción lechera y fue así porque en lugar de darles facilidades a los productores de cereales tradicionales, leche y carne les pusieron trabas y los acorralaron. Esto provocó que los pequeños productores tuvieran que cambiar de rubro asumiendo grandes costos. 


De esta manera, los productores lácteos no tuvieron mas remedio que enviar sus hembras de “Holando Argentino” al matadero. La producción láctea es la mas sensible a la baja de rentabilidad, ya que el ganado lechero debe ordeñarse todos los días sin poder parar la producción, y es así que con el aberrante precio de 70 ctvs el litro los productores tienen que matar a los terneros o producir mas leche para no vender y trabajar así mas por cada vez menos centavos por litro. Lamentablemente una nueva vaca produciendo leche regalada requiere mayores gastos en alimentación y vacunación; y todo para que rinda 70ctvs por litro.
Y lo peor de todo esto es que las empresas lácteas con ese litro de leche pura hacen 4 litros, que venden a $4,60 pesos c/u en la góndola y a $2,60 si es sachet (difícil de encontrar en el interior).

La diferencia indudablemente se la quedan los grandes.

Y entonces ¿porque la soja es la alternativa? Simplemente porque la SOJA tiene mayor precio internacional, por eso es mas rentable. Dejar de producirla en el país sería una estupidez comparable a que Chile en plena alza del cobre cerrara la mina de Chuquicamata. Lo que sí se debió hacer es incentivar las demás actividades agropecuarias, dejando que la soja se produjera en los lugares más aptos para ella y no que invadiera la cuenca lechera ganadera, ni las zonas de maíz, girasol, y trigo.

Las retenciones entonces solo deberían ser para la soja de 10% y los demás cultivos no deberían tener retenciones. Tampoco deberían existir trabas a la exportación de trigo y de maíz, Argentina produce mas de tres veces lo que consume, haciendo que la exportación no solo no ponga en riesgo los precios internos sino que la misma es vital y necesaria para mantenerlos bajos grantizando incluso la rentabilidad de la actividad.
Pero ocurre que en la Argentina los mega inversores extranjeros (empleadores de la dinastía K) solo buscan tierras para plantar soja, y nuestro gobierno los ayuda en su cometido extinguiendo a todos los productores independientes y asesinando la sustentabilidad de las otras actividades tradicionales.

En otros países agrícola ganaderos, como en USA por ejemplo, no se “sojizan” las zonas de cultivos, pues el gobierno se encarga mediante miles de políticas de subsidios y de control de mercado de mantener una misma rentabilidad en todos los rubros, y es así que los megainversores, que solo quieren dinero fácil y rápido, han decidido migrar a zonas liberadas donde por unas monedas los simios en el poder les entregan el país en bandeja.

Este lamentable orden de cosas deja afuera de la actividad agrícola ganadera a miles y miles de personas que viven en los pueblos del interior, que dan trabajo con su actividad en conjunto a esos pueblos y que además reinvierten sus ganancias en ellos. Son aquellos descendientes de los pioneros europeos que con el fruto de su trabajo convirtieron al país en el granero del mundo, son hombres y mujeres dedicados al esfuerzo que en largos años de lucha han obtenido, producto de su dedicación, un considerable progreso que puede verse reflejado en la prosperidad de sus ciudades. Juntos han cimentado la riqueza de la nación y son el motor de la agroindustria nacional que es la mayor industria empleadora del país. No son millonarios ni oligarcas (como intenta hacernos creer la impresentable mandataria mientras luce modelos exclusivos y un Rolex presidente de 20.000 dólares entre otras joyas superfluas)
son simplemente gente de trabajo.

Es esta gente la que hoy no tiene mas alternativa que salir nuevamente a las rutas.

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