Economía para estupidos
Dedicado a los kirchneristas.
Introducción
Conceptos básicos del comercio internacional y el mercado de divisas
Divisa: moneda de
intercambio para el comercio internacional, en ella se paga todo lo que se
compra en otro país y también todo lo que se vende desde aquí. Actualmente en
el comercio internacional generalmente se utiliza el dólar estadounidense.
Mercado de divisas: es
aquel al que acude un comerciante al momento de importar productos foráneos o
exportar productos locales, en el caso de importación comprará dólares con su
moneda local para pagar mercancías en el
exterior.
En el caso de la exportación
acudirá a este mercado al recibir dólares desde el exterior por la venta de sus
productos, entonces venderá dólares a
cambio de moneda local.
Tipo de cambio: Es el
precio de la moneda local en relación a la divisa extranjera, generalmente en
el comercio internacional todas las monedas se equiparan al dólar
estadounidense. El tipo de cambio determina cuantos pesos necesito para comprar
un dólar.
Equilibrio del mercado de
divisas:
Es el volumen dado donde las
exportaciones, las importaciones y la divisa (dólar) encuentran su valor de
equilibrio acorde al comercio internacional del país. Cuando aumentan las exportaciones
sobre las importaciones el precio de la divisa baja, pues hay muchos
comerciantes vendiendo las divisas que obtienen por sus ventas en el mercado de
divisas, por tanto hay un exceso de oferta de divisas y así su valor en moneda
local desciende haciendo que esta se aprecie. En el caso contrario en que haya
más importaciones que exportaciones se da un proceso inverso, aquí existe un
exceso de demanda de divisas para comprar en el exterior por tanto el precio de
la divisa sube y la moneda local se deprecia.
El equilibrio entonces opera en
un mercado abierto donde el precio lo determina el comercio internacional.
El factor renta y el
equilibrio del tipo de cambio y comercio exterior:
La renta (ingresos de la economía)
también influye en el comercio internacional, y esta crece al crecer la
producción y se potencia al aumentar las exportaciones.
Pero he aquí que cuando crecen
los ingresos también se da que los productos importados son más accesibles al
mercado local. A mayor ingreso mayor es la demanda de bienes y servicios, y
entre ellos también la de bienes “exóticos” que escasean ene le mercado local.
Entonces tenemos que a mayor
producción, mayor exportación y a mayor producción y exportación mayor renta,
por tanto a mayor renta también crecerá la demanda de productos importados.
Ahora bien, el éxito económico
también hace crecer las importaciones, y entonces ¿esto puede atentar contra la
economía? La respuesta es no, pero solo si dejamos operar al equilibrio de la
siguiente manera: Al aumentar las importaciones por factor renta alta, bajará
luego la producción local y las exportaciones esto hará entonces hacer crecer
el precio de la divisa extranjera en relación a la moneda local, y entonces ¿que
pasara ahora con el comercio internacional? Pues ocurrirá que ante la caída de
la producción local, caerá le renta y subirá la divisa y entonces nuevamente
nuestros productos serán competitivos a nivel internacional ,ya que alguien de
afuera verá atractivo nuestro mercado comprando con pocas divisas mayor producción,
entonces esto hará crecer nuevamente las exportaciones y la producción local y
también el nivel de renta.
De esta manera tanto la
producción como las exportaciones, importaciones y el precio de la divisa
hallarán un equilibrio.
Este básicamente sería el
mecanismo simplificado para entender cómo las exportaciones e importaciones se
equilibran en un mercado libre donde la divisa vale lo que debe valer según el
comercio internacional. El tipo de cambio aquí también llegará a un equilibrio
donde existirá una moneda estable. Vale aclarar sin embargo que es esta una
explicación simplificada donde en la realidad además de estos factores hay
otros como la política fiscal, la deuda pública o la emisión monetaria local
que también son determinantes.
--------------------------
Argentina, país generoso (para la clase gobernante)
La ola verde.
Luchar contra
el dólar es una cruzada quijotesca, muchos anteriormente lo han intentado y
solo han conseguido fracasar rotundamente, esta fútil actitud solo puede surgir
de quienes desconocen los mecanismos globales de la economía.
Aún resuena en
la memoria colectiva la frase del ministro de economía del General Viola,
Lorenzo Sigaut, cuando dijo: -El que apuesta al dólar pierde-; y solo en los
tres días siguientes el precio de la divisa escaló de 4600 pesos de la época a
6000. También se instauró en ese momento un doble mercado de divisas dado en un
dólar comercial y en otro financiero. Pasados cinco meses de esa desventurada
frase el dólar ya había llegado a 14.500 pesos.
Otro hito
reciente lo podemos ubicar en el plan primavera de Raúl Alfonsín, donde se
volvió a desdoblar el mercado cambiario y los exportadores fueron obligados a
vender sus divisas a un tipo de cambio oficial mientras que el paralelo (al que
debían acudir para importar insumos) estaba un 20% arriba. Hay que tener en cuenta que
no hay actividad económica en el mundo moderno que no necesite de importaciones
de insumos para producir. No existe país en la tierra que tenga todos los
recursos para ser independiente productivamente hablando. Por eso es que esa
falacia retrograda de “vivir con lo nuestro” no es aplicable en el siglo XXI.
El dólar hoy
por hoy es la divisa predominante en el intercambio del comercio internacional,
así como en la antigüedad lo fue el Dinar (la primera divisa comercial de gran
escala) y hasta comienzos del siglo XX lo era la libra esterlina. Desde Bretton
Woods el dólar dejó de estar sujeto en su emisión al patrón oro, y es así que su
respaldo comenzó a basarse en el propio peso de la economía norteamericana y en
su propia demanda mundial.
No podemos,
desde una isla remota, intentar modificar el precio de una divisa, y si lo
hacemos lo único que lograríamos es crear desajustes macroeconómicos graves en
nuestra propia economía.
Lorenzo Sigaut intentó infructuosamente luchar contra el dólar
El precio del dólar.
El Dólar vale
lo que vale, ese es un dato dado, y otra moneda que base su propio valor en esta
divisa no puede pretender modificar ese valor.
A fines de la
década del 90 la presión fiscal sobre la producción había afectado a la
economía y las inversiones habían decrecido. Era muy caro producir en
la argentina, mientras que por ese entonces el dólar valía arbitrariamente 1
peso, estando dicho valor al margen de la producción nacional y del comercio
internacional.
Para mantener
esta paridad arbitraria ante la caída de la producción solo quedaba una opción
que consistía en restringir la emisión de pesos
y entrar en recesión. Al caer la producción nacional caerían también las
exportaciones, la inversión y por tanto la demanda de moneda nacional, por
tanto solo se podía mantener la paridad dólar/peso dejando caer la oferta de pesos
acorde a la disminución de su demanda. Vale aclarar que esta es una de las más
graves limitaciones del tipo de cambio fijo, donde la política monetaria
expansiva no puede aplicarse para reactivar una recesión. La única reactivación
posible, en este orden de cosas, va de la mano con salir del tipo de cambio fijo
para liberar el precio de la divisa y
permitir que esta se aprecie o deprecie según lo dicte el flujo de capitales,
el cual sin intervención tenderá siempre a equilibrarse.
El dólar debe valer lo que vale.
El colapso de la convertibilidad
A fines de los
90 terminar con esa paridad requería un costo político enorme que nadie quería
pagar, ni en su momento Menem, ni luego tampoco De la Rúa; pues la gente estaba
cómoda con un dólar barato con el cual tenía el mundo en bandeja. Lo único que
quedaba por hacer entonces era inyectar dólares de la reservas en la economía
(a falta de dólares que no ingresaban por exportaciones) a fin de que el
consumo interno no decayera y la producción se mantuviera, pero el problema
central del costo alto de producción no se atacó y se lo dejó seguir creciendo. Esto provocó que decreciera progresivamente el respaldo real del peso, y además contribuyó a empeorear la situación. Tampoco se tuvo en cuenta que el consumo interno de un país como
argentina no es suficiente para hacer crecer la producción motivando inversiones
y ni aún para mantener los niveles existentes. De esta forma se hizo más
barato importar que producir, ya que el nivel de renta (con un peso=dólar) en los
bolsillos de la gente les daba amplio acceso a bienes importados de mayor
calidad; así fue creciendo el problema retroalimentandose a si mismo.
Si el dólar
valía un peso por ese entonces no era esto porque la moneda argentina se había
apreciado producto de un exceso de oferta de dólares en el mercado de divisas
motivado por un alto volumen de exportaciones, sino que lo era porque el tipo
de cambio estaba fijado por ley, y además porque al momento las reservas del
central seguían alimentando el mercado cambiario para mantenerlo. Por tanto
este orden de cosas era ficticio, ya que el precio de la moneda extranjera no
respondía a la producción local y si a la inyección de divisas que pronto se
irían agotando reduciendo aún mas la base monetaria. Ante esta situación el déficit fiscal fue creciendo, ya que el Estado que no podía
recaudar al nivel al que intentaba mantener la economía en una paridad de 1 a
1.
El rojo fiscal
siguió acrecentando también la presión impositiva y la merma de divisas, lo que
que motivó que el Estado buscara desesperadamente hacerse de mas recursos, y en esa
línea intentara encontrar una forma alternativa para hacerse de divisas en
el corto plazo. Una de estas medidas fue la de regalarle a la empresa Repsol
nuestra petrolera YPF, la cual en los últimos años había crecido
descomunalmente de la mano de una administración mixta logrando que capitales
privados, en sociedad con el Estado, capitalizaran a una empresa en ruinas para
llevarla a un protagonismo internacional creciente. Todo este despliegue fue
gracias al brillante José Estenssoro.
Regalarle YPF a Repsol pudo darle aire al
gobierno de Menem para entregar el poder a su sucesor en tiempo y forma y con
una aparente estabilidad.
Pero lo cierto
es que la segunda presidencia de Menem fue una máquina de desaciertos
económicos que logró tirar por tierra la recuperación de la economía que se
había dado desde 1989 a 1995, donde la inflación había sido aniquilada y donde
la inversión real había transformado el país modernizando en parte un retraso
de décadas que arrastraba la Argentina
en materia de infraestructura y tecnología.
Fue por estos
desencuentros, dados después de la reelección de Carlos Menem, que el ministro
Cavallo terminó dejando el gobierno al no estar de acuerdo con las soluciones
que el poder político menemista impulsaba. Si bien muchos pueden criticarle
cosas al ex ministro estrella de los 90, no es la decadencia de ese sistema un
punto cierto para achacarle, porque las malas recetas se llevaron a cabo
después de 1995, cuando este ya había dejado el ministerio.
Muchos dicen
hoy que 1995 hubiese sido el año ideal para liberar el mercado cambiario y
evitar lo que después arrinconaría a una de las políticas económicas nacionales
que dio certeros frutos desde 1989 a 1995. El temor político de aquella época
fue que la población reaccionara mal ante una fluctuación en el precio de la
divisa y surgiera así nuevamente el fantasma de las corridas por el dólar. Los
economistas serios en cambio sabían que el tipo de cambio fijo solo podía
mantenerse en el corto plazo, y que si bien había sido una excelente medida
para salir de la crisis del 89, ya en el 95 era hora de avanzar a una nueva etapa.
Por ese entonces la economía estaba fuerte y el temor político no era real; el
supuesto riesgo a correr era en realidad algo mucho mas potable de aceptar, que
esperar a llegar a un desenlace desastroso como el que se diera en 2001.
El padre de la convertilidad volvío tarde para rescatarla
De la Alianza al 2001
Lamentablemente
De la Rúa también tuvo una visión política sobre la economía, no hizo nada
para modificar la decadencia y en su lugar continuó profundizando los errores económicos. El tipo de cambio se
mantuvo igual porque tampoco De la Rúa quería atentar contra su imagen política
depreciando la moneda que ficticiamente se mantenía en paridad con el dólar.
Para
ejemplificar podríamos decir que la economía por ese entonces estaba enferma de
una dolencia terminal donde la enfermedad no era objeto de ataque porque era
esto costoso políticamente hablando; lo mismo sería decir que un enfermo
decidiera callar su enfermedad por vergüenza y en su lugar buscará paliativos
sintomáticos, sin entender que no hay nada peor que la muerte. Y
lamentablemente para todos eso fue lo que le tocó al gobierno de la Alianza,
morir estrepitosamente y sin remedio.
Nada se hizo
con el tipo de cambio y se continuó agravando la presión fiscal provocando la
caída de la producción, mientras que a su vez se continuó promoviendo una bonanza
importadora que era alimentada por un tipo de cambio ficticio que la favorecía.
El dólar era
barato, valía menos de lo que debía valer, porque las producción estaba en baja
y por tanto también lo estaban las exportaciones, y con un dólar barato solo
puede darse una cosa y eso es fuga de capitales, pues si aquí el dólar vale
menos que en otros países entonces bien vale comprarlos en el mercado local y llevarlos afuera.
La siesta de la Alianza
La misma piedra
Esto que
ocurrió hace unos 11 años está ocurriendo hoy también pero a través de un
entramado un poco más complejo, aquí se dio que el precio de la divisa se
mantuvo estancado mientras por el otro lado existía un proceso altamente inflacionario.
El Estado buscó estimular el consumo aumentando la oferta monetaria inyectando
pesos en la economía a través de una batería de subsidios, los cuales por
cierto solo sirvieron para maquillar un supuesto nivel de precios y renta y no
para estimular realmente la producción. Todo este sistema se esta costeado a través de presión fiscal sobre la producción, por tanto el incremento del consumo no se
tradujo nunca en inversión real.
El país sin
embargo “creció”, pero no realmente, sino que lo que ocurrió es que recuperó su
capacidad productiva decaída en 2001 a los niveles de su frontera de producción
de 1995, año último en que existió inversión real en la capacidad productiva de
la argentina.
Mientras las
exportaciones de soja daban una segura entrada de divisas al país, no hubo
mayores inconvenientes para mantener este precario sistema pero cuando comenzó
a decaer la demanda internacional, y aún también cuando decayó la producción
sojera gracias a la última sequía (12
mill millones de toneladas menos de soja habrá en esta cosecha) es cuando se
agudizan los problemas.
La condena de Sifo es la de Argentina
El keynesianismo de solapas.
Enfocar
realmente el problema debía de haber sido el de fomentar la inversión, el
kirchnerismo desperdició un oportunidad clave dada en los altos precios de la
soja y mal utilizó las divisas que entraban al país. Los improvisados del
kirchnerismo se eclipsaron con lo que pudieron leer de Keynes (tal vez en
wikipedia) y entonces pensaron que tenían, en los designios de este economista,
la llave de la felicidad. A esta falacia ingnorante la ayudó la coyuntura
internacional y la gran fortuna de que el mismísimo Dios sea argentino y nos
diera así un empujoncito al regalarnos
uno de los suelos más fértiles del mundo. Un regalo divino que por supuesto
hemos desperdiciado.
Verdaderamente
Keynes ha dado un gran aporte a la economía y una certera receta digna de
aplicarse en momentos críticos, donde se necesita reactivar la producción de un
país devastado. La fórmula de este brillante economista, que se hizo valer en
los años 30, consistía en hacer del Estado un gran consumidor de recursos para
que este hiciera mover nuevamente la maquinaria productiva. Pero he aquí que esta fórmula no es mágica y
su aplicación efectiva solo alcanza al corto plazo; púes luego habrá que
enfocarse en que la locomotora productiva sea alimentada por la inversión
privada. Esta ha de tomar el relevo para
permitir que el Estado vuelva a su rol administrativo.
John Maynard Keynes
Si la fórmula keynesina, de un estado
deficitario que inyecta recursos en la economía, se mantiene en el largo plazo
se acabarán los recursos de los que se dispone y entonces lo único que
quedará será una inflación alta, un aumento de la deuda pública y una
estanflación donde la expansión solo se traduce en una recesión productiva
combinada con una caída del valor de la propia moneda.
El Estado como
inversor principal en la economía solo puede reactivar la producción hasta el
PBI potencial, pues no logra una certera expansión de la frontera productiva, en
el caso de Argentina ese PBI potencial es el de 1995. Es por ello que entre
otras cosas hemos perdido nuestro autoabastecimiento energético, ya que en
estos años las petroleras se dedicaron a extraer gas y petróleo de los pozos
que habían sido abiertos hasta mediados de los 90, luego no hubo ningún otro
proceso de inversión real y nadie puso dinero en buscar nuevos yacimientos.
El Estado a
largo plazo es inviable como inversor
principal en una economía, pues este vive de la recaudación impositiva y para
obtener recursos necesita tomarlos de la propia economía, es por eso que es ilógico que quiera autoalimentarse de si mismo grabándose su propia actividad.
No por nada
sucumbió finalmente la Unión Soviética ante el déficit incontrolable y la
escalada de la deuda pública, y lo mismo ha pasado con Cuba, que debió abrirse a
la “colonización” de las grandes cadenas multinacionales de hotelería y también
a la privatización total de su
producción de tabaco y ron.
Vietnam es
otro ejemplo, allí el gobierno decidió permitir el ingreso a las
multinacionales, las cuales fueron tentadas gracias a un muy bajo costo laboral
que les permite exportar desde allí a muy bajo precio.
Pero ninguno
de estos ejemplos es tan evidente cuando vemos a China, el gigante asiático,
que se potenció a sí mismo al punto de escalar hasta el top 3 de la economía
mundial gracias a incentivar la inversión privada, la cual ha tomado la posta
en la motorización de la locomotora productiva. Este es un proceso que ese país
comenzó en 1978 de la mano de Deng Xiaoping y que hoy está dando sus frutos,
aunque lamentablemente todavía la cuestión social está muy rezagada.
Lo que quedó del comunismo en el siglo XXI
La economía productiva del mundo desarrollado.
Hoy día
entonces podemos decir que la economía planificada ya no existe y que su lugar
fue tomado por un autoritarismo capitalista.
El segundo
mundo capitalizado solo sirve de ejemplo para ver lo inviable que es un Estado
como máximo interventor en una economía, pero estos países están muy lejos de
conformar un modelo a aplicar ya que mantienen un marcado vicio de
autoritarismo y explotación social.
Muy distantes
de ellos, y también del tercer mundo, están Australia, Canadá, Noruega, Suecia,
Finlandia, Nueva Zelanda, Suiza, Alemania, Austria y Japón. Estos países han
logrado tener un gran éxito en formarse como economías plenamente productivas y
equilibradas para sus necesidades. En ninguno de ellos el Estado está
ausente; al contrario todos exhiben un Estado netamente presente en la calidad
de vida de sus ciudadanos brindando excelentes servicios de salud, educación,
justicia, defensa y seguridad.
Son ellos
muestra del verdadero equilibrio que debe darse, donde el Estado se encarga de
lo que debe, lo cual consiste en administrar la economía eficientemente para
lograr que sea rentable para un emprendedor privado invertir para producir y
generar trabajo. Esto se traducirá luego en renta, de la cual el propio Estado
se nutrirá moderadamente para brindar todos los servicios sociales que sus
ciudadanos demandan para lograr tener una verdadera calidad de vida.
Los años perdidos.
Si el
kirchnerismo hubiese aprovechado la bonanza económica de esta última década,
que consintió en los altos precios internacionales de los alimentos que
históricamente siempre produjo
argentina, entonces bien hubiese podido reducir la presión fiscal en toda la
economía aprovechando esos ingresos extraordinarios por exportaciones para
lograr crear un ámbito de estabilidad que sea atractivo para la inversión. Así
lo hicieron en cierta medida otros países de la región como Brasil (que terminó
de posicionarse como la 6ta economía mundial) Chile, Uruguay y hasta Perú.
Sin embargo
aquí la alta renta de exportaciones se diluyó en la corrupción y se dilapidó, con fines políticos banales, en clientelismo y subsidios económicos que buscaban
tapar los efectos de de la inflación con el agravante de que agravaban aún mas
el problema.
Este gobierno
corrupto no invirtió nada en lo que hubiese sido necesario, no hizo ninguna
inversión en infraestructura económica como ser autopistas, vías férreas,
puertos etc. Simplemente lo que no se robaron sus funcionarios fue a parar al
aparato clientelista y al circuito corrupto de los subsidios donde los
empresarios, amigos del poder, se hacían de dinero fácil que era drenado, desde
la presión impositiva de quienes producían, para acabar en las concesionarias
ferroviarias, en empresas de servicios públicos e incluso en la anterior
aerolíneas argentinas de Marsans y en la actual cuasi estatizada de la Cámpora.
Argentina no
aprovechó una posibilidad extraordinaria para expandir su frontera de
producción aumentando la matriz energética del país, o aún su infraestructura
económica dada en autopistas y vías férreas, pues si en algo debía intervenir
el Estado como inversor en un primer momento era en esas áreas (eso es el
keynesianismo).
La argentina fue la cigarra mientras la región hizo trabajo de hormiga.
La
intervención certera en materia energética o en infraestructura económica
hubiese abaratado los costos de producción industrial y también los de
transporte y esto hubiese sido un aliciente para la inversión privada; un marco
legal sólido, una justicia independiente y un gobierno sano en lo institucional
hubiesen también terminado de cimentar un verdadero polo atractivo para la
inversión privada.
Sin embargo
aquí se hizo todo lo contrario, y si bien hubo reactivación (gracias al impulso
agropecuario) esta se limitó a recuperar una capacidad productiva anterior y no
a generar una ola de inversión real que hiciera subir esa productividad; nadie
amplió su fábrica, y a pesar de la supuesta bonanza consumista la economía
produjo a un nivel de producción acotado (el PBI potencial) por eso es que el
incremento de la demanda solo motivó una escalada de precios, pues esa demanda superó a la oferta posible. En este país la presión impositiva minó todo intento de
inversión, y ni hablar de la calidad institucional y el marco legal, que hacían
a todo esfuerzo a largo plazo en algo mas arriesgado que hacer bungee jumping
con hilo dental.
El hecho de
que solo haya habido una reactivación, y no un crecimiento real, esta
evidenciado en la cantidad de marginales que aún existen en la Argentina y que
han ido creciendo en estos años del kirchnerismo motivando que la política de
subsidios haya sido siempre la espina
dorsal de la política social del kirchnerismo. Los marginales están excluidos
del circuito económico de una economía que no se expande realmente para
incluirlos, porque solo opera a un nivel de producción acotado a la capacidad
productiva de 1995; tiempo donde la cantidad de habitantes era de unos 10 millones
menos de personas. El aumento de villas miseria, de delincuencia y narcotráfico
es uno de los mas grandes legados que nos ha dejado el “modelo” kirchnerista.
Volver al Futuro
El pasado se
repite, el futuro de argentina hoy no es incierto, es sabido que será
fatalmente caótico pues nos encontramos ante la explosión de un modelo
endémicamente enfermo que es manejado por políticos improvisados. Ya no hay
ningún académico de trayectoria que influya en las decisiones gubernamentales.
El poder hoy es administrado por una federación mafiosa segmentada en esferas
de influencia, donde se destacan por un lado los inexpertos camporistas, por otro los pseudo economistas encolumnados detrás de Guillermo
Moreno, en el medio también están los nostálgicos de los tiempos del
finado que obedecen al relegado De Vido y al final de todo los
sindicalistas oportunamente arrepentidos.
En la cima piramidal esta la inestable viudita, pero ella solo desempeña un rol legitimador, similar al
que ostentaba el emperador japonés en los
tiempos medievales del shogunato.
El país en
síntesis esta piloteado por un piloto automático que vuela con la luz prendida
de la reserva de combustible y lleva un rumbo sin navegación hacia un infinito
océano donde no existen pistas de aterrizaje.
El ciclo de
caos de diez años esta pronto a golpearnos nuevamente, el control cambiario
agrava aún más el problema y la producción está en franco descenso en un
declive similar al de 2001 y al de 1989. Hoy no solo es caro producir por la
presión fiscal que este gobierno agudiza aún más en busca de una solución desesperada,
sino que además están cerradas las importaciones de manera arbitraria en un
intento marginal que busca evitar la fuga de divisas para privilegiar su
entrada, pero que en la práctica genera todo lo contrario.
Las empresas
sufren el morenismo improvisado y no
pueden acceder a insumos importados que le permiten producir productos que
exportan, el gobierno no entiende que existen casos en que un dólar importado
permite una producción que luego traerá más dólares por exportaciones.
El cierre de
importaciones también afecta al comercio internacional dañando el intercambio,
esto esta pasando con Brasil nuestro principal comprador, que gracias a Moreno
dejó de comprar producción argentina en represalia a las trabas impuestas a productos
brasileños. Esta política atenta
peligrosamente contra el Mercosur. Es así que, si bien salvamos la
salida de algunos dólares a la vez estamos cerrando la entrada de estos.
Y como si esto
fuera poco otro atentado a la producción está dado en que el gobierno exige a
los exportadores liquidar divisas en una forma que no respeta el cronograma de
pagos del exportador, y que además lo obliga a hacerlo en el mercado oficial
del dólar que tiene un precio ficticio. Los insumos sin embargo el exportador
debe importarlos (si es que tiene autorización) en un valor del dólar paralelo
que tiene el precio real.
¿Quién va
producir en un país así y sobre todo quién va invertir en nuestra economía?
Lo mas grave
de estas crisis cíclicas es que las mismas a lo largo de los años destruyen aún
más nuestro país y nuestro nivel de vida, lo que viene será una devaluación
estrepitosa similar a la dada en el 2002 donde el precio interno de la divisa
se acomodó de la peor manera. La diferencia en ese entonces quedó para la banca, quien se quedó con los ahorros de la gente que precavidamente ahorraba en
plazos fijos en dólares. Esos dólares eran baratos en su momento y mucha gente
acudió a ellos como reserva de valor, pero el día en que se devaluó el peso por
decreto, el que depositó dólares recibió pesos devaluados a un precio inferior
al del mercado cambiario, una estafa inaudita que solo el manso pueblo
argentino aceptó sin casi protestar. Si algo similar pasara en España, Grecia o
Italia no quedaría político u/o banquero que no pendiera ahorcado de una farola
pública producto de un ajusticiamiento popular.
La estafa de
2002 fue instrumentada por el ex presidente Eduardo Duhalde en confabulación
con la banca extranjera que se benefició extraordinariamente del desfasaje cambiario.
Hoy en día
también hay un puñado de individuos nutriéndose de la especulación cambiaria.
Es sabido que ese “dólar blue”, que se vende en las “cuevas” a un precio muy
superior al oficial, sale de algún lado; y que por supuesto estos no han sido
captados al precio cercano a su venta “blue” sino que lo hicieron al precio de
venta oficial, por tanto la rentabilidad es extraordinaria. Por lo pronto
muchos bancos se están quedando sin dólares para liquidar los plazos fijos de
sus clientes que quieren cerrar sus cuentas y hasta los obligan a acudir en
otras fechas inoportunas a retirar el resto, si bien esto puede deberse a un
problema de liquidez resulta también bastante sospechoso que se este
generalizando.
Las casas de cambio por su parte están desiertas, pero no
parecen estar inactivas, ¿Acaso estarán concentrando su actividad en la puerta
trasera?
Como bien señala la sabiduría popular las crisis siempre pueden
transformarse en una oportunidad. En la economía nunca hay pérdidas simplemente
las ganancias cambian de manos.
Crisis=oportunidad