Zoon
Politikon
Si para Aristóteles el ser humano tiene una naturaleza política y solo
puede desarrollarse plenamente en comunidad con sus semejantes y creando lazos
con ellos, nada mejor que el Estado para dar cuenta de lo eficiente que puede
ser una comunidad organizada. Y en este aspecto es la democracia moderna lo más
acabado en la materia, donde para alcanzarla la humanidad debió recorrer un largo camino evolutivo plagado de guerras, disputas y abuso de poder de unos contra
otros.
El contractualismo es entonces la corriente de la filosofía política que
ha sabido incursionar en la evolución de todo ese camino construyendo una andamiaje
conceptual desde donde comenzar y terminar un análisis. Los distintos filósofos
contractualistas pueden rápidamente diferenciarse teniendo en cuenta sus opiniones
en torno a esos conceptos clave que comparten.
Sobre el concepto del “Estado de Naturaleza” (al que todos definen como
la situación más primitiva) algunos pensadores como Hobbes lo consideraban hipotético,
es decir que no había ocurrido realmente ya que desde el origen del hombre
siempre había existido una organización política que precisamente buscaba
evitar ese estado caótico al que también definía como extremadamente violento.
Hobbes entonces hablaba de que el hombre decidía abandonar su derecho a
actuar guiado por la pasión, y por tanto renunciaba al uso de la fuerza
individual y dejaba de lado su derecho a la posesión de todos los bienes que
podría poseer mediante su propia iniciativa violenta. Resignaba todo en aras de
preservar su bien más preciado, la vida. De esa manera creaba la figura del
Estado al cual sometía su libre albedrío a cambio de seguridad, pues en el
estado de naturaleza hobbesiano la propia existencia era insegura, incluso para
los mas fuertes. El Estado para Hobbes debía ser el único capaz de disponer del
monopolio de la fuerza, la cual debía de estar al servicio de la paz social
evitando la exaltación individual.
Por otra parte Rousseau definía a ese Estado natural como algo real y
observable en el estudio del pasado y además entre sociedades tribales
contemporáneas. Rousseau opinaba que debía de destruirse el régimen absolutista
que había eliminado ese estado puro para transformarlo en una opresión; y por
tanto el abogaba por la exaltación de las potencialidades individuales y así
buscaba destruir los lazos comunales que sometían a los hombres.
En pocas palabras quería regresar a una igualdad jerárquica dada entre
todos los individuos. Pero eso si, Rousseau era consciente de que también debía
existir un poder central y al respecto le atribuía este rol a la “voluntad
general”.
Para este gran pensador en el estado de naturaleza, si bien el hombre era
feliz, no era libre ya que era gobernado por sus instintos, de esta manera Rousseau
solo define la libertad como el gobierno de la ley creada por los hombres y
para los hombres siguiendo los principios de la voluntad general.
En el régimen que criticaba (sociedad civil) las leyes no habían sido
dictadas por la voluntad general, sino por los ricos, y por tanto eran apócrifas.
De esta manera podemos observar que el pensamiento de Rousseau no era anárquico
ni nada parecido, sino que el trasladaba la idea de poder a una forma de
representación general y no, de una casta. El entonces atribuía al gobierno de
la voluntad general un poder absoluto. Su interés estaba, por un lado en
asegurar la integridad del Estado, (al igual que Hobbes) y por el otro en
asegurar la libertad de los individuos.
Jean Jaques Rousseau y Thomas Hobbes dos de los más influyentes filósofos
políticos que dieron sustento al Estado moderno
De la
idea a la acción
A grandes rasgos en aquel debate
de ideas se inmiscuyó el mundo desde fines del siglo XVIII y durante la primera mitad del siglo XIX, donde
la revolución francesa en 1889 llevó al triunfo algunas de las ideas de
Rousseau, quien había muerto unos pocos años antes.
Es interesante ver entonces como hace 200 años Francia se aventuraba en
la idea de destruir la comunidad como tal y a la institución de la familia, a
la religión y a toda asociación colectiva que atentara contra la “iniciativa
individual”.
La Francia revolucionaria, entre otras cosas, adoptó medidas extremas
como abolir a toda sociedad de socorros mutuos por considerar que éstas
atentaban contra la libertad individual y creaban lazos jerárquicos. Estas
cuestiones ya excedían los planteamientos Rousonianos.
En esta línea resulta muy aleccionador acceder a los escritos de
Friederich Le Play y notar como sus observaciones, dadas en el estudio de
diversas familias, arrojaban datos contundentes de cómo se estaba destruyendo
Francia tras la revolución.
Le Play era ingeniero de minas y por tanto viajaba muy seguido a
distintos confines de Europa, hecho que junto a su curiosidad y observación lo
llevo a desarrollar una profesión paralela aún por inventarse, la sociología,
siendo este ingeniero uno de los precursores de esa ciencia moderna.
En sus momentos libres Le Play entrevistaba a las familias del lugar a
donde era enviado a estudiar posibles emprendimientos mineros. Y fue así que
este curioso individuo desarrollo una agudeza inquisitiva que se volcó en una
extensa recopilación de casos de diverso carácter, accediendo tanto a familias
del proletariado industrial británico como a campesinos esteparios de Rusia. Y
ante tantos casos comparados notó que la desintegración social era más fuerte
en Francia que en ningún otro lugar.
¿Pero que ocurrió con Francia luego de impuesta la revolución?
Ocurrió algo muy simple, que ante el vacío que dejó la destrucción de
la comunidad, con la imposición del individualismo, comenzó a destruirse el
tejido social y así pronto la violencia se hizo corriente, la amenaza del caos
trajo entonces la mano dura de Robespierre para luego instaurar el imperio
centralizado de Napoleón, girando todo hacia el lado de la idea del Estado
fuerte, o sea el Leviatán de Hobbes, donde la principal función del Estado
consistía en neutralizar el caos e instaurar el orden, estando solo en manos
del Estado el legitimo uso de la violencia.
La Revolución francesa dio nacimiento al Estado moderno, no sin estar
exenta de un caos inicial.
Sin entrar en mas detalles históricos que estos, podemos decir que en síntesis
el Estado post moderno del siglo XX ha surgido, a grandes rasgos, de la mezcla
de estas dos fórmulas conceptuales.
Por un lado se busca afianzar el monopolio de la autoridad por parte
del Estado pero desde una representación de todos los ciudadanos y para los
ciudadanos.
Así fue creada la democracia moderna tomando formas que abarcan el
parlamentarismo puro o la República presidencialista.
La
revolución involutiva de la República Argentina
La cuestión nacional de hoy obedece a que el Estado ha caído en manos
de la ignorancia extrema y se maneja mediante la improvisación más absoluta.
Es así que nuestro país va camino a la propia extinción, y por lo tanto
se asemeja a ese Estado de naturaleza
que tanto temía Hobbes.
Desde hace años, en aras de mantener la falacia de el "Estado de
Bienestar", se ha adoctrinado a la gente a creer que el que tiene algún
bien, como ser una propiedad, es un pudiente privilegiado, mientras que el que
no la tiene es una víctima del sistema.
Verdaderamente el trabajador que tiene una propiedad la ha hecho tras
no menos de 20 años de ahorro sufriendo en el camino devaluaciones,
confiscaciones e inflación etc.
A algunos los ha ayudado el heredar el patrimonio de generaciones
anteriores, de esas que estuvieron formadas por inmigrantes europeos que
bajaban de los barcos con una mano detrás
y otra delante y que, a fuerza de trabajo, supieron progresar adquiriendo
un terreno y construyendo luego una modesta casa. Desde allí formaban sus
familias y gracias a la política educativa del Estado de antaño podían enviar a
sus hijos a las escuelas y universidades en las que recibían una educación de excelencia.
Así fue que, una generación de casi analfabetos formó otra de universitarios
que entre otras cosas, lograron tres premios Nóbel de ciencias (que son los que
valen) dominaron el átomo y fueron pioneros en la industria aeronáutica. Todos
logros exclusivos de la República Argentina que descollaba en el continente y
se erguía entre las naciones.
El contraste de la educacion entre el ayer y el hoy desde donde es difícil
imaginar un mañana.
Lamentablemente, a pesar de todo esto, siempre hubo graves problemas
institucionales y así hemos retrocedido décadas de la mano de cortes al régimen
constitucional, pero a pesar de todos esos desastres, a los que se sumaban las
debacles económicas, el Estado siempre estuvo allí. La delincuencia era reprimida,
tanto en el gobierno peronista como en la nefasta revolución libertadora, la
propiedad privada también valía lo mismo si gobernaba un dubitativo Illia como en
el de un mafioso Massera, es decir había ciertos límites que no se atravesaban
a pesar de lamentables usos, abusos y persecuciones varias dadas desde el
autoritarismo de Perón como desde la libertadora o desde los excesos
injustificables de algunos que deshonraron el uniforme militar.
El Estado, quiérase o no, siempre fue el templo a donde ir a llorar
pidiendo ayuda, fueron lo militares en ese orden los que siempre fueron
utilizados por lo políticos para derrocar al rival y así cayeron gobiernos
idóneos como el de Arturo Frondizi.
En todas nuestras debacles hubo siempre intereses ocultos, oportunistas
y vendepatrias, pero también hubo patriotas que obraron bien o mal en aras de
cumplir con su país y buscando lo mejor. Así fue que un cabeza dura de Onganía
intento tarde copiar al derrocado Frondizi cometiendo graves errores en el
camino como ser la de otorgarle a los sindicatos independencia económica, algo
que Perón jamás hubiese hecho, -¡¡Minga les dejaba meter la mano en la lata!!-
dijo el general.
Tristes épocas donde azules y colorados “jugaban a la guerra” con
bienes del Estado.
El Estado hoy agoniza, no hay garantes institucionales que oficien de
contrapeso, no hay oposición política coherente que cierre filas y anteponga la
integridad nacional por sobre la mezquindad y el oportunismo individual. Nadie
representa la voluntad general de un pueblo que quiere vivir en paz con
dignidad y trabajo, sin conflictos, bajo el imperio de la constitución y las
leyes y con la protección de las fuerzas de seguridad y la garantía de la
justicia.
Ninguno de los pilares del Estado esta ajeno a la corrosión que ha
ganado todos los espacios, no hay gobierno, no hay justicia, no hay seguridad,
no hay defensa, no hay educación, no hay salud, y no hay gobierno. A la deriva
se dirige la nave argentina embarcando agua pero manteniéndose a flote mientras
haya argentinos que individuamente en baldes devuelvan por la borda el agua
embarcada. Pero el deterioro es constante y la nave se escora
irremediablemente, a esto sumémosle el estado de deriva sin timonel con la
proximidad de encallar ante la primera escollera que aparezca ante su derrotero
ingobernado.
Es triste ver como un país con tanto potencial retrocede incluso mas
allá de lo imaginado y se retrotrae a
los albores de la organización humana.
Este es el proyecto del CELS la avanzada británica que inyecta
ideología destructiva y conflicto permanente para destruir una nación y así el
petróleo del Atlántico sur sale solo de las entrañas de un país entretenido en
luchas intestinas. Fue durante un periodo similar donde los argentinos nos
enfrentábamos entre nosotros cuando perdimos nuestras islas Malvinas. Por ese
entonces teníamos la suerte de contar con un patriota que supo con
determinación mantener la unidad, hoy parece no haber nadie.
A Córdoba “la docta” le ha tocado en suerte dar el puntapié inicial al
desmadre dejando en evidencia, de la manera más cruda, el resultado de la
“década ganada” donde “el modelo” Kirchnerista implosiona cada día y se lleva consigo los vestigios del
Estado.
En los países sin ley, sumidos en el Estado de Naturaleza, los bandos
se integran por pobres contra pobres. Mientras tanto los millonarios, a costa
de la miseria general, miran desde arriba la batalla emulando a esos generales
europeos de la época colonial africana, que en plena I guerra mundial
disfrutaban ver a sus tropas destriparse entre si mientras ellos disfrutaban todos
juntos un aperitivo en las alturas de algún cerro estratégico.
¡¡Qué siga el baile!! La Argentina para algunos sigue siendo una fiesta.
Hoy en aquel cerro estratégico se ubican las mega corporaciones que se
han beneficiado con este modelo “nacional y popular” al cual financiaron para
lograr su expansión.
Y mientras los argentinos nos destripamos la Barrick Gold Corporation,
se lleva toneladas de minerales gratis intercambiándolos por ríos de cianuro,
Conarpesa exporta toneladas de merluza dejándonos un mar muerto, y los magnates
Elztaín, Soros, Wharteín destruyen cada día más al pequeño y mediano productor
agrícola ganadero.
Lo que queda de la gran Argentina será para los narcos.